Lo que se puede hacer con la basura electrónica
Cables, ruido a soldadores, pantallas de LCD, una vieja PC o un walkman destartalado, juguetes para niños y hasta cajones de heladeras. Todo convive en una insólita armonía en el taller de Jorge Crowe. Es que este excéntrico artista transforma hilos de fibra óptica o un monitor en piezas fundamentales de juguetes, instrumentos musicales y objetos de arte. El 80 por ciento de esos materiales provienen de tachos de basura o de las veredas de Buenos Aires, y llegan a las manos del Crowe para comenzar una segunda vida.
Basura de
ciudad. Oriundo de Tunuyán, Mendoza y licenciado en artes plásticas, Jorge Crowe
llegó a Buenos Aires hace tres años y, un poco cansado de su trabajo pictórico,
se dejó conquistar por lo que brotaba por las calles porteñas, que eran desechos
propios de una gran ciudad.
"Las veredas
están llenas de pedazos de computadoras, restos de celulares o lectoras de CD.
Entonces me di cuenta que esta ciudad me ofrecía eso y empecé con los juguetes
electrónicos. Así renació una pasión de siempre de trabajar con tecnología
obsoleta", cuenta Crowe que desde muy pequeño armaba y desarmaba juguetes,
les ponía motores a los Rastis o dotaba a sus muñecos de He-Man de brazos
extensos y movibles.
Crowe asegura que ha
encontrado objetos increíbles: "La gente descarta muchas cosas que tienen
pequeños daños, como un cable mal soldado o en falso contacto, entonces las
posibilidades de creación son muchas. Darles una nueva utilidad es fantástico.
Me gusta reutilizar las tecnologías que solían tener los aparatos que recolecto
pero sacadas de su contexto, ridiculizando su uso y dejando toda la maraña de
cables a la vista", cuenta Crowe que se declara un defensor acérrimo de
las tecnologías de código abierto.
Dentro de las cosas
más extrañas que encontró, hay un corbatero eléctrico que luego de intervenirlo
con láminas transparentes con dibujos, se transformó en un proyector que
refleja múltiples imágenes. "Creo que ahora tiene más sentido que en su
uso original", bromea. Dentro de las piezas favoritas del artista están
los sensores piezoeléctricos y las pantallas de cristal líquido que sólo
tocándolos generan energía como los que usó en su creación PAN PC, en homenaje
al artista Xul Solar. Otro de sus elementos favoritos se llama
"Estero", un objeto realizado con un cajón de heladera, una pantalla
de notebook, motores de cámaras de fotos y sensores piezoeléctricos que genera
diversos ruidos que remiten a un ambiente pantanoso.
¡A jugar! Para Crowe ni el juego ni los juguetes
son territorio exclusivo de la infancia y su obsesión por lo lúdico lo llevó a
inventar juguetes a partir de los desechos. "Los adultos tenemos derecho a
jugar, a experimentar, no como niños sino como mayores, pero animándonos a
recuperar un espacio de exploración", dice este artesano de la basura.
Por eso, desde hace
más de dos años que dicta el "Laboratorio de Juguetes", un espacio
donde enseña todos los secretos de la electrónica, pero aplicada al arte,
disciplina en la que se especializó con un posgrado en el Instituto
Universitario Nacional del Arte. "Una guitarrita para niños de 3 años,
puede transformarse en un poderoso instrumento musical colocándole resistencia,
switches y tachuelas que funcionan como electrodos. Los resultados son
increíbles, los alumnos se van con instrumentos funcionando, con casi cero
costo en materiales", asegura Crowe.
Su pasión y
especialización lo colocaron entre los pocos argentinos en abordar esta
temática y por eso Crowe está lleno de proyectos. Además de dictar el
laboratorio de juguetes durante todo el año, viajó este mes a San Pablo a
brindar un taller de electrónica y arte, también participa en la escenografía
de la nueva película de Mariano Ginás, "La Flor", actúa en obras de
teatro con objetos y da talleres a alumnos del secundario porteño.
Fuente. lanacion.com.ar
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