El asbesto, un enemigo paciente y silencioso
El asbesto, también conocido como amianto, es un material compuesto de fibras microscópicas cuyas propiedades lo convirtieron en un material de uso masivo. Entre sus características se encuentran: tener bajo costo, no ser inflamable, de fácil colocación y alta resistencia mecánica, a la corrosión y el calor. Las aplicaciones son amplias, incluyendo la utilización en techos de vivienda, como aislante térmico y tuberías, en la industria y productos de consumo.
Este material tiene efectos
perjudiciales sobre la salud humana. La asbestosis es una enfermedad crónica,
sin cura hasta el momento, que actúa en las vías respiratorias causando
agitación, cansancio y dificultad para respirar. El cáncer del pulmón y el
mesothelioma de la pleura son otras posibles afecciones y sus síntomas se ven
amplificados en pacientes fumadores de tabaco. Con menor frecuencia se han
registrado casos de cáncer de laringe.
La exposición se produce a partir de
las condiciones ambientales que liberan las fibras, que ingresan al sistema
respiratorio. La disponibilidad de las fibras está asociada a cambios en la
temperatura, períodos de humedad prolongados, la presencia de microorganismos,
manipulación o roce del material, entre otros. Es decir que ante una
demolición, una obra de refacción o mantenimiento, las fibras ingresan en el cuerpo
humano.
Las implicancias de las actividades
relacionadas al asbesto se encuentran pautadas según los aspectos legales. En
su regulación se incluyen leyes nacionales y resoluciones de Ministerios. Según
la Ley 24.051, el asbesto es considerado un residuo peligroso siendo sujetos de
la ley los generadores, operadores y transportistas. Por otra parte, las
resoluciones 845/00 y 823/01 del Ministerio de Salud, prohíben su uso,
comercialización, producción e importación. Es por eso que para su eliminación debe
actuar una empresa especializada y autorizada.
El asbesto es conocido como “el asesino
invisible” ya que es imperceptible y sus efectos sobre la salud permanecen
latentes durante muchos años. Las fibras dañinas del asbesto tienen un tamaño
microscópico, no tienen olor ni gusto. Su identificación a simple vista no es
posible y sólo se identifica su presencia mediante análisis en el laboratorio.
Por otra parte, las enfermedades ocasionadas por este material aparecen entre
los 15 y 40 años posteriores a la exposición.
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